La conexión con mi gato

conexión gato Vivimos tiempos de cambios constantes e innovación. Y al nivel del conocimiento de lo que somos, es espectacular el cambio de paradigmas que se está dando. Estamos superando la perspectiva de asumir que la realidad es sólo aquello que podemos percibir a través de nuestros sentidos más físicos.

Y, por otro lado, a un ritmo cada vez más acelerado estamos saliendo de la ilusión de nuestro antropocentrismo. Ilusión que nos lleva a contemplar al ser humano como centro de todo. Y desde ahí, todo ser viviente diferente se valora como una fuente recursos cuya finalidad es proveernos de lo que sea que se nos ocurra. Incluyo nuestro bienestar; así es fantástico que haya animales “terapeutas”….caballos, perros, etc. Que buenos son, que nos ayudan, es decir, nos siguen sirviendo.

Pues bien, cuando se supera esta visión, es cuando podemos plantearnos cómo es la realidad de animales, plantas, y distintas especies a la nuestra. Y si unimos estas dos variables:

1.-  La realidad es más de lo que me han enseñado a percibir.

2.- Las demás especies que habitan este planeta no están ahí para “servir” a la nuestra.

Ya podemos abordar nuestras relaciones con esas especies con más profundidad y verdad.

Investigando

Continuamente aparecen investigaciones que dan una explicación científica a procesos que hablan de nuestra conexión cuerpo-mente-espíritu. Y a cómo esa triada configura la realidad.

Hoy hablaré de la resonancia límbica.

Seguro que has oído hablar de los tres cerebros que poseemos los humanos. Y que sabes que cada uno fue apareciendo en momentos diferentes como resultado del proceso evolutivo.

  • El cerebro reptiliano es el más antiguo. Ahí se ubican los centros de control de las funciones fisiológicas involuntarias de nuestro cuerpo: hambre, sueño, temperatura ,etc. No piensa, no siente, es pura supervivencia.
  • El cerebro o sistema límbico es el lugar de las emociones y los recuerdos. Lo tenemos en común todos los mamíferos.
  • El Neocórtex encargado del razonamiento. El que permite el pensamiento lógico y la consciencia.

Pues bien, el cerebro límbico está especializado en detectar y analizar el estado interno emocional de otros. Un mamífero puede percibir el estado emocional de otro y ajustarse a esa realidad. Algo que será percibido por la otra parte. La aparición de esta estructura cerebral propició la capacidad de sintonizar emocionalmente con otros.

Candace Pert, fue una neurocientífica que realizó trascendentes descubrimientos. Y descubrió algo, en su tiempo, muy revolucionario.

Todas las emociones, además de un aspecto físico (molécula), poseen también un aspecto vibracional (onda). Actúan en los dos planos.

Encontró que los receptores celulares vibran en respuesta a moléculas extracorporales, es decir, en respuesta a emociones de otras personas. Es un fenómeno análogo a las cuerdas de un violín que vibran cuando las cuerdas de un violín cercano están siendo tocadas. Al recibir la vibración emitida por emociones ajenas, nuestros receptores celulares también mandan señales al interior de la célula.

Empatizando

Esta idea de “eco emocional” fue ampliada posteriormente dando lugar a la teoría de la resonancia límbica o resonancia empática. Según la cual todos los mamíferos poseen una capacidad natural de empatía, sincronización emocional y conexión no verbal que forma parte de sus relaciones sociales.

Según los doctores Lewis, Amini y Lannon, autores de la obra  A General Theory of Love, nuestro sistema nervioso no es independiente. Sino que más bien se sintoniza de modo demostrable con quienes nos rodean y comparten con nosotros una conexión cercana. Alterando la estructura misma de nuestros cerebros. Las emociones serían la clave de esta sintonización.

Así pues, la investigación respalda que cada emoción posee, además de su particular firma neuroquímica, su propia vibración. Cuando nos emocionamos, enviamos esa vibración fuera. Emitimos y recibimos. Las emociones, además de orquestar las interacciones entre todos nuestros órganos y sistemas fisiológicos, orquestan también nuestras interacciones con los seres que nos rodean.

A esto hay que unir el hallazgo de las neuronas espejo, que son un tipo de células del cerebro a través de las cuales sentimos realmente las emociones y las intenciones.

Pero esta resonancia emocional no es algo que sucede automáticamente, requiere empatía, afectividad y una ausencia de juicio mental. Entonces aparece la conexión límbica, el primer paso a la telepatía.

Conectando

Y todo esto para decirte que sí, que aún sin ponerle nombre conscientemente, existe una profunda conexión con tu gato. Que va más allá de lo consciente.

El ser humano está siempre deseoso de explicaciones, en la creencia de que cuando se comprende algo es más fácil hacerlo o vivirlo. Pero el ejercicio para experimentar esta conexión con tu gato y reforzar vuestro vínculo es el contrario. Hay que apartar a la mente pensante, juiciosa y desde ese silencio mágico, escuchar tu experiencia interior.

Artículo redactado por Garbiñe Beltran, Psicologa y Comunicadora animal para Cada gato en su casa.

Artículo bajo licencia de Creative Commons  

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.