Mi gato me pide respeto. Dio es un pedazo gato que vive conmigo desde hace 6 años. Llego a mi vida en el momento perfecto, como todos. Sólo que yo no me entere de ello hasta un tiempo después.
Él es el que pone orden en mi vida y en mi hogar. El que me ayuda a centrarme y a priorizar y parece ser que últimamente no lo he estado mucho.
Os cuento, en julio una de las gatas que vive conmigo, Lurra, fue mamá, tuvo 4 gatitos. 4 preciosidades a las que vi nacer. Lurra quería ser mamá y yo respete esa decisión. De lo que no fui consciente en ese momento es de que vivíamos con más gatos, con Aiara, Bitxo y Lurra. La verdad es que ni lo pensé. Y claro, nadie les preguntó si ellos también estaban de acuerdo en que Lurra fuese mamá. En que nuestra casa se llenase de lindos gatitos.
Y llegó el gran día
Así llegó el día en el que Lurra parió, un lunes 4 de julio a las 6 de la mañana. Y cuando ya había terminado Dio entró en casa, vio de lejos a los bebés y dijo que él volvería cuando ellos ya no estuviesen en casa. Anonadada me quedé, aunque sinceramente no le preste mucha atención. Estaba emocionada con tanto gatito junto, viendo como su madre les cuidaba.
Los gatos que viven conmigo tienen una gatera por la que entran y salen a su antojo, ellos tienen su puerta y yo la mía. Ellos tienen su vida fuera de casa y yo la mía. Y cuando estamos en casa o nos encontramos por la calle compartimos momentos pero cada uno es libre de hacer lo que quiera. Y qué bonito suena. Verdad? y en realidad es bonito.
Pero qué duro ha sido respetar la decisión de Dio de no volver a casa hasta que los peques se han ido. Y cuando digo no volver es que venía de vez en cuando a decir que seguía esperando pero no pasaba más de un par de minutos conmigo. Como os he dicho Dio pone centro en mi vida. Pone orden en mi casa. Y los hijos de Lurra no eran su trabajo, ni parece que fuesen su aprendizaje. Eran el mío y él lo respeto. Parece que ellos formaban parte de mi aprendizaje y que él se apartó para no interferir en el mismo.
Han sido meses muy lindos con los bebés pero a la vez muy duros, viendo como Dio no venía a casa y como los peques iban creciendo y el tiempo pasaba y no parecía que encontrasen su hogar, su familia.
Y en verano bueno, todos pasamos más tiempo en la calle. Y hace muy bueno. Pero en otoño e invierno ha llovido y hecho frío. Sé que han sido meses duros también para él. Le dolía todo el cuerpo, me lo mostraba. Pero el tío seguía sin querer venir a casa.
Y 6 meses después
Respetar su decisión de irse de casa creo que ha sido una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida. Verle pasar por la calle sin querer entrar en casa me ha confrontado conmigo misma muchas veces. Y es que respetar que todos somos seres libres y con capacidad de decisión no es fácil. Y menos cuando tu mente te fustiga diciéndote que tu querido gato está en la calle pasando frío.
Dio me ha enseñado que él respeta mis decisiones, aunque muchas de ellas no le gusten. Respeta mi libre albedrío y me ha enseñado a respetar el suyo. Aunque me cueste.
Sé que más de un@ se estará preguntando que porque no le encerré en casa sin más. es posible que hace unos cuantos años esa hubiese sido mi opción. Pero ahora mismo esa no es mi visión de la vida. Y él me ha ayudado a verlo con más claridad. Si yo quiero respeto necesito respetar.
Así que eso es lo que he hecho. Y os aseguro que volver a tenerle en casa ha sido un regalo maravilloso. Para mi y para él. Gracias Dio por todo lo que me enseñas.
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