Mi gata quiere ser mamá es una frase que no estamos acostumbrad@s a escuchar. Y sin embargo si de verdad escuchásemos a las gatas que viven con nosotr@s nos sorprenderíamos, porque muchas quieren ser mamas.
Lurra llegó a mi casa en agosto del 2016. Era una linda gatita de unos 3 meses con muchos miedos pero también mucho amor. En esta historia gatuna os lo cuento, Mi gata Lurra no quiere que le toque.
Ella es una gata muy dulce, muy buena. Una gata con la que he aprendido muchas cosas, entre otras lo que implica preguntar. Sonará a coña, pero sí. He aprendido lo que implica preguntar para escuchar y respetar lo que el otro responde. Te cuento.
Cuando Lurra llegó a casa yo vivía con tres gatos más, Aiara, Bitxo y Dio. Si quieres conocerles un poco más lo puedes hacer aquí, «El cumpleaños de mi gata Aiara, recordando como llegó a mi vida», «Mi gato Bitxo no ve bien, o eso piensan las personas que le ven» y «Mi gato Dio me pide respeto».
Lurra estaba en el refugio de una asociación con la que colaboro y se puso malita, dejo de comer. Así que después de llevarla al vete hicimos de casa de acogida. Todos la aceptaron muy bien y ella se adaptó estupendamente a nuestra familia. Tan bien que al final decidió quedarse con nosotr@s jeje!! Y yo encantada, algo me decía que esa gatita me iba a enseñar muchas cosas, y todas con dulzura. Porque otra cosa no pero es muy, muy dulce.
Ella era una gatita con muchos miedos y estos se mostraban de diferentes formas. Pero yo no sabía bien de dónde venían, y como ella tampoco lo quería compartir conmigo. Sólo me quedaba esperar y respetar lo que ella quisiese. Y cuál fue mi sorpresa cuando lo que quiso fue que no la esterilizase.
Lo que tiene preguntar…
Y digo mí sorpresa porque, aunque yo sentía que necesitaba respetar lo que ella me había pedido, para mi encajarlo no fue del todo fácil. Ni para mi, ni para mi entorno.
Y es que en nuestro mundo cuando vemos una gata preñada nos agobiamos pensando en todos los gatitos que hay en la calle, en lo mal que están algunos, en que haremos con ellos cuando nazcan… suena raro, pero lo que debería ser motivo de alegría no lo es con las gatas. Las personas no nos solemos alegrar al ver una gata preñada.
Y como te puedes imaginar muchas personas en mi entorno así lo sienten. Hace años yo también lo vivía así, y todavía quedaba en mi un resquicio de ello. Pero algo me decía que era el momento de respetar su decisión y confiar.
Como ya sabéis mis gatos tienen acceso al exterior, en mi casa hay una gatera por la que ellos entran y salen cuando quieren. De forma que si yo no esterilizaba a Lurra ella se iba a quedar preñada…Que en realidad es lo que ella quería, ser mamá.
Ella quería ser mamá
Así que después de ver muchas caras de asombro os podéis imaginar lo que vino. Ella tuvo un primer celo en el que sus dos novios asilvestrados venían a casa a buscarle. Sí tenía dos novios jeje!! Y ni te cuento las que liaban en casa cuando yo no estaba. Aquellos días fueron un poco caos para mi, y solo para mi. Porque el resto de la familia gatuna aceptaba sin problema que dos gatos ajenos entrasen en casa.
Pero fue en el segundo celo cuando se quedó preñada. Y su embarazo fue precioso, ella estaba super orgullosa de su tripa. Y la gatita tímida y asustadiza que no se acercaba a los desconocidos pasó a ser una gata orgullosa de los bebés que esperaba. Imagínate lo orgullosa que estaba que enseñaba la tripa a todo el mundo.
Y Lurra fue mamá
Por fin el 4 de julio del 2017 llegó el gran día. Ella vino a las 6 de la mañana a despertarme a la cama. Cuando yo vi la hora dije, ufff Lurrita que es muy pronto. Y me dí la vuelta. Pero ella insistió y me dijo que había llegado el momento. Entonces me levanté como un resorte de la cama y empecé a pulular por la casa, sin saber bien qué hacer ni a donde ir. Y ella detrás mio. Te puedes imaginar la estampa jeje!! vaya 2.
Unos minutos después ya me centré y fui a por unas toallas para preparar un espacio donde pudiese parir. Eso era lo que ella necesitaba, que le preparase el lugar. Y le acompañase. Las dos estábamos nerviosas, imagínate cuanto, que una vez hube preparado todo y ella estaba en la camita tumbada fui al baño y ella vino detrás mío casi a punto de empezar a parir diciendo pero a dónde vas??? tú ni te muevas de mi lado. Así que eso hice.
Fue precioso acompañarle en el parto, ver nacer a cada uno de los cuatro gatitos, ver como ella sabía en cada momento lo que tenía que hacer. Y como además de parir me guiaba cuando necesitaba algo. Aprendí mucho. Aprendí que cada cosa tiene su momento y cada uno tenemos nuestra tarea.
Al terminar de parir ella estaba agotada. Había hecho su labor y ahora les tocaba a los bebes buscar la teta para empezar a mamar. Y eso es lo que yo esperaba, pero no fue así. Y me empecé a poner un poco nerviosa. A intentar ayudarles acercándoles a las tetas. Entonces ella me dijo, que no. Que ella había hecho su parte pariendo, yo la mía acompañándole y ellos tenían que hacer la suya buscando la teta y mamando. Así es la vida, cada uno tenemos nuestra tarea, y yo no puedo hacer la del de al lado.
La verdad es que dentro de mis nervios lo vi claro y ¿Adivinas qué pasó? los peques se pusieron a mamar. Maravilloso. Así que allí estábamos, ella descansando mientras los pequeños mamaban y yo aprovechando para ir al baño (y es que al final no pude ir antes y claro, dos horas de parto sin moverme de su lado…te puedes imaginar).
Viviendo con sus gatitos
Lurra y sus gatitos han estado seis meses en mi casa, seis meses en los que he aprendido como una madre gata permite que sus bebés se caigan y se levanten solos, mientras les acompaña de cerca sin invadir. También he aprendido cómo se cuida a otro ser respetando su espacio y sus necesidades, como se marcan los límites desde el amor. Como dejar que el otro siga su camino cuando llega el momento. Y es que las gatas son unas madrazas y ella así lo ha sido.
Y te aseguro que no ha sido fácil, en mi casa y mi vida han sucedido muchas cosas en esos seis meses. Hemos estado todos un poco revolucionados, los gatos y yo. Te puedes imaginar que además del día a día con ellos y con mis gatos estaba mi trabajo en Cada gato en su casa, las formaciones que he hecho y lo que estas implican, y mi vida personal…un batiburrillo.
Además los peques no parecían encontrar su hogar y eso junto que mi gato Dio no venía casa porque estaban ellos puso las cosas al límite. En este artículo puedes leer la historia completa sobre Dio y como terminó, Mi gato Dio me pide respeto.
Tan al límite que hubo momentos en los que pensaba en qué me había equivocado. Ha sido duro sostener eso, sostenerme ahí. Y sin todo lo que he aprendido en este camino que he recorrido al lado de los animales, gracias a la Comunicación animal, y de la mano de Marivi Simona de Entrespecies, no lo habría conseguido.
Ahora veo que no hay equivocación, que cuando hacemos lo que sentimos, cuando escuchamos a nuestro corazón todo lo que sucede es lo que tenía que suceder. Aunque a veces nos parezca que no es así, y es que los aprendizajes no suelen ser amables.
Así que escuchar y respetar la decisión de Lurra ha sido una de las cosas más bonitas que he hecho en mi vida, además de todo lo aprendido, hay tres familias que ampliado su familia gatuna con tres amores de gatos. Y nosotr@s también somos uno más en la familia, porque Pocket se ha quedado a vivir con nosotros. Y te aseguro que es todo un personaje jeje!!
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